La sombra de Manuela Carmena es alargada. Tiene un rictus serio. Una mirada ceñuda. Una altura de 1,78 metros y una zancada pasmosamente rápida. Su pisada rompe el silencio en el Ayuntamiento de Madrid, cuando los funcionarios ya han desaparecido y la cuarta planta del palacio de Cibeles padece el silencio de la digestión a eso de las cinco y pico de un martes de octubre. Brillan sus zapatos de charol sobre la tarima de un largo pasillo. Por lo demás, todo parece gris en ella: el corte de pelo a lo MacGyver, el atuendo como de uniforme, su biografía pública sin un solo apunte personal. A menudo, no la reconocen a la entrada de los edificios oficiales. No cuenta con una trayectoria en mítines y tertulias. Y su nombre no dice mucho para quien no siga la política local: Marta María Higueras Garrobo, madrileña, de 54 años, teniente de alcaldesa de Madrid, delegada del Área de Gobierno de Equidad, Derechos Sociales y Empleo; presidenta de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo y de Mercamadrid. La sombra de Carmena.
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